julio 02, 2014

La mujer perfecta

Hoy me inspira el hecho de tener una severa difonía que me dejó sin voz. Saliendo del doctor fui a la farmacia y tras esperar que me atendieran pensé en qué forma tendría que hablarle al farmacéutico para que me entendiera..., podría hacerle señas, total le muestro la receta y le indico con el dedo qué es lo que quiero. O podría acercarme a su oído para hacer sonar mis ruidos guturales directamente en su canal auditivo..., pero, esperen, el mesón es alto, cómo es que me voy a encaramar encima de él, el tipo puede creer que es una provocación o piense que estoy buscando compañero para bailar cheeck to cheeck. Cómo sea, los números pasan y se acerca mi turno de atención.
Señas!  Señas le puedo hacer, con las manos se indico que no puedo hablar, haciendo el clásico movimiento del corte de garganta,  oh wait, nuevamente puede que se  sienta intimidado y puede creer que lo quiero asaltar.
Extender la receta con la cara llena de risa..., ésa treta es infalible, si bien, pero cómo le indico que solo necesito el jarabe, que los otros los tengo?
Llega mi número y me acerco al mostrador haciendo una mezcla de todas las posturas analizadas, ruidos guturales, garganta apretada, dedo inquieto recorriendo la receta...

El tipo me mira atentamente. Y luego de unos segundos de disfrutar de la situación, me dice:
- Señora, ya le entendí, el único problema es que ese jarabe no lo tengo, vaya a la otra farmacia.

Asique tomo mi receta y me llevo mi espectáculo a otra parte hasta dar con el bendito jarabe. Lo necesito para recuperar la voz

See you!

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